martes, 8 de agosto de 2017

Las redes sociales como instrumento de propaganda


ESTUDIO DE LA UNIVERSIDAD DE OXFORD: Las redes sociales como instrumento de propaganda.
Internet está inundada de cuentas falsas que buscan orientar a la opinión pública. En Rusia, el 45% de la actividad de Twitter está controlada por robots. Durante la campaña electoral en EEUU, más de 1 millón de tuits estaban programados.
GABRIEL MÉNDEZ- NICOLAS, 2.08.2017
El 17 de julio de 2014, un Boeing 777 de Malaysian Airlines que volaba desde Ámsterdam a Kuala Lumpur se estrelló en la región ucraniana de Donbas, un área fuera del dominio del Gobierno ucraniano y controlada por los separatistas prorusos(...).
La web StopFake destapó el bulo: ningún ciudadano no-ucraniano puede ser controlador aéreo en Ucrania, así que la cuenta de Twitter del supuesto controlador aéreo español era falsa. El 8 de mayo de 2014, un hombre con el rostro tapado, que dijo llamarse Carlos, denunció amenazas hacia su persona por parte del Gobierno ucraniano en entrevista a la versión española de RT. No se ha encontrado ninguna prueba de que Carlos exista realmente. (...)
Los gobiernos están utilizando las redes sociales con fines propagandísticos para influir en la opinión pública. Esta es una de las conclusiones a las que llega el estudio de la Universidad de Oxford Computational Propaganda Research Project, un proyecto dedicado al “uso de las redes sociales para la manipulación”. 12 investigadores de 9 países diferentes han analizado la importancia que tienen las cuentas programadas en redes a la hora de manipular a la opinión pública. Y no solo en Estados totalitarios, también en democracias asentadas.
La parte de la investigación dedicada a Ucrania, liderada por Mariia Zhdanova y Dariya Orlova, concluye que la cuenta del supuesto controlador no era la única activa en el caso del Boeing 777 de Malaysian Airlines (...).
Bot es un acortamiento válido del término robot, empleado en el ámbito de la informática para referirse al “programa que recorre la red llevando a cabo tareas concretas, sobre todo creando índices de los contenidos de los sitios” (Fundéu). En este caso son programas inteligentes, automáticos o coordinados por personas físicas, que detrás de un seudónimo se hacen pasar por cuentas reales en las redes sociales. La dificultad para diferenciar usuarios reales de bots es lo que hace peligrosas estas cuentas programadas, que pueden crear una ilusión de popularidad hacia un candidato o político, difundir noticias falsas, calmar protestas o, simplemente, inundar las redes sociales de propaganda política. Esta propaganda digital es “de las herramientas más poderosas contra la democracia”, afirma Sam Woolley, director de la investigación, y el investigador principal Phil Howard en el sumario del informe.
Fake news y elecciones en Estados Unidos
Las elecciones en Estados Unidos han sido las más seguidas en todo el mundo y han puesto sobre la mesa el concepto de fake news. La investigación sobre este país consta de dos partes: una parte dedicada al estudio de las redes y de los datos; y otra, que analiza la presencia de bots durante el periodo electoral de 2016. Según las conclusiones de los expertos de la Universidad de Oxford, alrededor de un millón de tuits fueron publicados por programas automáticos: una quinta parte de los favorables a Clinton y un tercio de los elogiosos con Trump.
El actual presidente de Estados Unidos, que tras los debates se jactaba de haberlos ganado por su popularidad en las redes sociales, es el candidato que más ha utilizado estos procedimientos de manipulación (...).
Ahora, el debate en Estados Unidos gira en torno a si Rusia está detrás de todos estas cuentas afines a Trump. El análisis de los datos que aparecen en el informe vincula a muchos de estos bots, que tuvieron un papel importante en la difusión de las fake news de Donald Trump y su posterior victoria en las elecciones, con hackers rusos.
Uso de bots en la manipulación de la opinión pública
El informe de la Universidad de Oxford concluye que esas cuentas falsas tuvieron un papel importante en las elecciones brasileñas de 2014 que auparon a Dilma Rousseff a la presidencia, y que “esos mismos métodos han sido utilizados para guiar a muchas personas hacia grupos opositores a ella”. Una muestra de ello fue la actividad en Twitter durante el debate presidencial de 2014 entre Rousseff y el candidato del PSDB Aécio Neves. Según un estudio realizado por Folha Sao Paulo –un grupo de apoyo a Rousseff– 15 minutos después del debate, los tuits con un hashtag favorable a Neves se triplicaron.
Los expertos de Oxford aportan datos muy significativos de la importancia que pueden tener estas cuentas programadas a la hora de manipular la opinión pública. Según el informe, alrededor del 45% de la actividad de Twitter en Rusia está controlada por bots. Estos programas pueden tener varias misiones dentro de la estrategia de manipulación. Una de ellas es crear un consenso falso en torno a un tema específico: construyen la ilusión de que muchos usuarios están de acuerdo, cuando en realidad detrás de esas cuentas ni siquiera existen personas físicas (...)
Otro de los usos de estos bots es la capacidad de arremeter contra rivales políticos mediante un ataque coordinado por las redes sociales (...)
Pero, ¿tienen las redes sociales alguna responsabilidad de lo que se publica en ellas? El informe señala que ni Facebook ni Twitter hacen todo lo posible para proteger a sus usuarios de este tipo de cuentas robotizadas.
Twitter posee un sistema anti-bots, pero está centrado en la lucha contra la publicidad abusiva en la red: no existe ningún sistema para terminar con la manipulación política o ideológica. Los usuarios tienen que protegerse solos, denunciando las cuentas que sospechen programadas. Facebook tampoco parece más interesado en el tema, y ha contratado la lucha contra la propaganda digital y la difusión de noticias falsas a dos empresas externas: Associated Press y Snopes actúan como una especie de subcontrata de Facebook en estos temas(...)
El informe Computational Propaganda Research Project llega a la conclusión de que internet está inundado por bots, activos o todavía “durmientes”. Revela también que los países con menor acceso a Twitter u otras redes sociales se ven menos tocados por la manipulación ejercida por cuentas programadas. Y admite que la lucha contra la propaganda digital a través de las redes sociales es muy difícil de llevar a cabo, porque cada país tiene una regulación distinta sobre el tema. Por el momento existe un puñado de iniciativas legislativas y algunas empresas privadas de fact checking como Chequeado o FactCheck.org -las dos sin ánimo de lucro- para combatir la desinformación y la difusión de fake news. Contra esta propaganda del siglo XXI, virtual y oculta, cualquier lucha parece poca.

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